domingo, 23 de agosto de 2015

Mi mundo laboral

Soy una mujer en la treintena que intenta asentar su carrera laboral. Desde hace varios años sueño con un mentor que laboralmente me guíe y me enseñe todos los secretos de mi trabajo y por qué no de la vida. Así pues y desde la decepción con mi anterior jefe busco a mi Yoda, y yo que me considero a la altura de Obi-Wan siempre he creído que es la manera más segura de alcanzar el éxito en mi profesión. Hasta ahora he ido sin padrino, y sinceramente, todo me ha costado el triple que si hubiera aterrizado en un grupo excelente que ya tuviera parte del camino recorrido.

Hace un par de años empecé en un nuevo equipo bastante competitivo, y aunque eso me produjo un desajuste ya que tuve que adaptarme a nuevas disciplinas pensé que era una muy buena oportunidad de relanzar mi carrera. Mi nuevo jefe no distaba mucho de Yoda aunque solo en cuanto a rarezas, pero aunque no era precisamente un guía espiritual pensé que si estaba a la altura de sus exigencias por fin podría encontrar el hogar laboral que estaba buscando. Durante estos dos años he trabajado como una loca, al igual que hice en mi anterior equipo, y los resultados me han estado acompañado como en la vez anterior. Estaba pletórica, mi jefe estaba contento (y así me lo hacía saber) y yo me habría paso en este mundo de víboras con gracia y desparpajo. El problema vino con los dichosos recortes presupuestarios, en principio creí que no me afectarían ya que había cumplido con creces las expectativas y estaba manteniendo a parte del equipo con mi trabajo, pero no fue así. El director le comunicó a mi jefe que la cuerda se rompía por mi lado y aunque él protestó en un primer momento de forma muy enérgica con el tiempo y para mi decepción se fue haciendo a la idea. ¡Era frustrante! Mi compañero llegaba tarde todos los días, se había pasado el año mirando a las musarañas y él se quedaba y yo no. Os podéis imaginar lo que lloré aquel día, no lo entendía. Por segunda vez me había hartado a trabajar obteniendo grandes resultados y por segunda vez se prefería a un compañero de menor inteligencia y cualidades. En mi trabajo anterior tenía claro por qué había sido, al machismo se unía que a mi anterior jefe le encantaba que le rieran las gracias y yo, no era una de esas. Pero esta vez ¿Por qué? Había hecho más de lo que se me había pedido y lo había conseguido, pero aún así me quedaba en la estacada.

En mi frustración, el mal humor fue en aumento, hasta que hoy he discutido con mi pareja. Que bla bla bla que no me apoyas, que lo paso mal, que mira que frustración y de repente el mundo se me viene abajo al escuchar:
“¿No has pensado que si laboralmente eres de lo mejor, probablemente tengas un problema de actitud?”
¡Oh, Dios mío! ¿Cómo no me había dado cuenta? ¡Era eso! No podía creerlo, he basado mi progreso laboral en la autocrítica y en escuchar atentamente la crítica de los demás y sin embargo no se me había ocurrido que para los demás probablemente era más cómodo estar con otras personas ¡¡que conmigo!! Tengo que admitir que probablemente mi sinceridad no sea del gusto de todos y que puede que en mi intento de transmitir claridad a veces sea algo agresiva. Pero ¿qué podía hacer? Yo creyendo que era Obi-Wan y ahora resulta que era Anakin Skywalker e iba camino del lado oscuro ¡¡noooooooooooo!!! He de dejar claro que no soy tampoco una persona conflictiva, nunca me he peleado ni discutido con un compañero, pero si es cierto que puedo ser demasiado directa. ¿Y ahora qué? ¿Puedo o debo cambiar mi forma de ser? ¿Hasta qué punto es necesaria la parte social en un trabajo técnico? ¿Esto me pasaría en un país anglosajón?

No sé estoy hecha un lío, así que he quedado esta semana con una antigua compañera para preguntárselo directamente. ¿Debo reeducarme si quiero tener una carrera en este país?

domingo, 16 de agosto de 2015

Bebés

Últimamente estoy pasando una fase rígida-egocéntrica. Resulta que cuando la gente viene a contarme sus mierdas cosas cotidianas soy incapaz de mantener la atención más de 2 minutos, estoy deseando que acaben para contar yo mi importantísima aportación de la última media hora. Supongo que es algo heredado de mi madre, la cual es una maestra de este arte y lo práctica sin mediar disimulo alguno. Puede interrumpir sin pestañear tu relato sobre como tu jefe te ha felicitado por tu último trabajo para decirte que ha bajado a comprar pollo y que no habían de los de corral que son los que le gustan…¡Qué contrariedad!

El caso es que como vivimos en un mundo social y he comprendido que si hiciera lo que me apetece en este sentido, en un plis me encontraría más sola que la una, pues he decidido disimular y esperar a que se pase esta etapa de mi vida. Probablemente me he intoxicado durante demasiado tiempo escuchando a los demás sin hacerme oír yo en ningún momento y en mi paso hacia la madurez estoy explorando el lado oscuro. Así, he pensado que mejor desahogarme en otros ambientes y volver a la carga de la escucha estoica en mi vida normal mientras practico gestos de interés y asentimiento delante del espejo.

Pues estaba yo el otro día sintiéndome algo mal por no estar mínimamente interesada por los updates del resto de los mortales cuando empecé a analizar situaciones de mi vida reciente. ¿Realmente los demás sí quieren escucharme a mí?
Dejando a un lado a mi madre, que todos los que la conocemos sabemos que es un caso perdido, revisé mis conversaciones con el resto de mis congéneres, y exceptuando algunas gloriosas excepciones llegué a la conclusión de que A NADIE LE INTERESAN LAS HISTORIAS DE LOS DEMÁS.

Haciendo un screening por mi entorno observé que el colectivo que mejor representa el egoísmo verbal (y no verbal pero eso lo contaré otro día) son las nuevas madres. Por edad, tengo muchas amigas que en los últimos 5 años han sido madres y claro yo no tengo hijos por lo que todas la mayoría de ellas me trata como si fuera un especie inferior. Y claro en las pocas ocasiones que me armo de valor y quedo con ellas me paso el rato oyendo en tono condescendiente frases de este tipo: “Tú es que no lo entiendes pero las mamis estamos acostumbradas a estas cosas” (su hijo ha tirado un poco de yogur al suelo), “Tú es que vives muy feliz y lo ves todo muy fácil pero los padres tenemos otras cosas en qué pensar” (sólo sugería tomar un helado) y la mejor de todas “Ésta es que tiene a su perra y con eso tiene bastante” (yo quiero mucho a mi perra pero ¿En qué mundo se me ocurriría a mí comparar a un perro con un niño? Tú menos que nadie deberías hacerlo, tienes un hijo). Bueno, el caso es que me paso horas y horas oyendo hablar de las deposiciones de sus bebés, lo que supongo que es un tema de rabiosa actualidad, pero en el momento en el que les comento que probablemente me den el premio nobel me miran en plan ¡Uy, qué comentario tan vulgar y mundano! Y vuelven al tema de las cacas. Y claro, me acuerdo de mi madre y pienso que probablemente cuando una es madre al parecer se puede dejar de disimular y volverse una egocéntrica total. Les está permitido porque son sufridoras.

Sé lo impopular de mis comentarios y que probablemente si una de estas nuevas madres lo leyera vendría hacía mí con una tropa de nuevas madres a ahorcarme con sus “pañuelos portabebés”, pero sinceramente si he abierto este blog es para decir todo lo que por sociabilidad no puedo decir libremente, aunque a veces lo haga. Creo que ellas podrían hacer lo mismo y dejar de mortificar a los demás con sus comentarios. Pero claro, ellas son legión. Y el ser madre parece darles a algunas el poder de estar por encima del bien y del mal.


Besitos!!