miércoles, 6 de enero de 2016

La "vida adulta"

Pues resulta que me he comprado una casa. Después de 10 años viviendo de alquiler y oyendo a propios y extraños (sin que yo les hubiera preguntado que todo hay que decirlo) decirme que estaba tirando el dinero que hay que comprar para que algún día sea tuyo bla bla bla... pues voy y me compro una casa. Por supuesto, estando como está el mercado inmobiliario me he comprado una casa muchísimo mejor que la que se compró mi amiga la de los consejos hace 8 años y por el mismo precio. Claro, después de haber oído tantas veces eso de que alquilar era tirar el dinero, la ilusa de mí esperaba felicitaciones por doquier ya que por fin había entrado en el redil de la "vida adulta". Pues nada más lejos de la realidad. Ahora resulta que los mismos que me decían que tiraba el dinero ahora me dicen: ¡¡Tú has vivido muy feliz, ahora te vas a enterar de lo que es bueno y de todos los gastos que vas a tener!!! Pero, vamos a ver ¿Antes no estaba tirando el dinero? y ahora resulta que cuando lo voy a tirar es ahora... En serio bastante bipolar soy yo ya con mis cosas para que encima reciba advertencias y consejos de quien no se los he pedido. Creo que en definitiva a la gente le molesta que no hagas lo mismo que ellos y que cuando lo haces no pueden dejar escapar la oportunidad de decirte que lo que te viene es muy gordo y que ellos tienen mucha experiencia en el tema. Pues ¿sabes lo que os digo? QUE OS DEN

martes, 8 de septiembre de 2015

Por qué una NO debería conservar a sus amigos de la infancia

Antes de todo quería concretar que cuando hablo de amigos de la infancia, hablo de amigos de la infancia y no de la adolescencia o juventud (aunque en determinados casos también valdría). ¿Por qué estas diferencias? Porque para mí, los roles que se establecen al principio de una relación son los que se mantienen y se conservan más cuanto más antigua es la relación. Cuando uno es niño conoce a sus amigos en el colegio o la guardería. En ese momento ya hay quien destaca por su voz de mando y quien lo sigue a pies juntillas cual perrillo faldero. Lo curioso es que, al igual que pasa en una relación de pareja, la relación crece con esos roles fijados y aún cuando pasan los años y la gente cambia y madura podemos observar las mismas interacciones como si el tiempo no hubiera pasado.
Yo tuve una infancia difícil marcada por el abandono de mi padre, él nos dejó a mi madre y a mí y decidió que quería vivir otra vida distinta. Para mí era un tema muy delicado del que no me gustaba hablar con nadie, y aunque era muy extrovertida, ese hecho me hizo ser retraída y sensible a la opinión de los demás, ya que creía que tenía que esforzarme de sobremanera para que los demás me aceptaran. Volviendo al tema de las amigas, he de decir que yo conocí a las mías a los 5 años, en principio éramos 4, y en los próximos años se unieron 3 más. Las cuatro iniciales nos dividíamos frecuentemente en 2 y 2, había una mandona, una pasota y mi mejor amiga y yo, que siempre estábamos juntas, hasta que sus padres se mudaron. Si las relaciones a distancia son difíciles cuando eres adulto pues cuando eres un niño y en una época donde internet solo era una quimera no os quiero ni contar. Total que la mandona tomó el mando más aún y si no seguías sus pautas te lo hacía pasar mal, yo era una llorona así que os podéis imaginar. Los años pasaron y fuimos creciendo, algunas fueron desapareciendo (no las culpo) y hoy quedamos 4. La relación hoy cuando quedo con ellas una a una es buena, nos entendemos, nos hablamos… el problema viene cuando quedamos todas, es como una regresión, la mandona y su vasalla se dedican a hacer bromas de mal gusto y ridiculizar a las demás como si fuéramos niñas pequeñas. A mí se me machaca por según ellas “ser diferente (así como si fuera un plan mío)” porque me gusta viajar, aprender cosas, ser independiente y por mi trabajo (esa es una historia para otro día); a otra amiga por ser una pasota y vivir sin preocuparse por casi nada (¡Qué envidia!). Y así todo. Supongo que la pregunta es ¿Por qué sigo viéndolas? Pues porque no las veo mucho, un par de veces al año. Pero siento como una obligación de acudir a las esporádicas citas que se establecen, como si fueran mi familia y me siento mal si no voy (la verdad es que me siento peor después de ir).
Por supuesto este tipo de relación tóxica no la tengo con nadie más. Tengo muy buenos amigos que sobre todo conocí en la Universidad o el trabajo, que me quieren y me respetan y no que me castigan por ser quien soy y querer algo distinto a ellos. La diversidad es lo que nos enriquece y sé de buena mano que es lo mismo que les pasa a ellas con el resto de sus amigos. ¿Entonces? ¿Por qué ofrecen a otros el respeto que no nos tienen a nosotras? ¿Por qué no ocurren esas cosas cuando estamos a solas? ¿Por qué respetamos al que está lejos pero criticamos al cercano?

Cada vez lo tengo más claro, uno va cambiando y conforme atraviesa etapas en su vida debe rodearse de la gente que más se acople a sus nuevas formas de ser y expectativas. Gente que te enriquezca y te ayude a avanzar en la dirección que quieres y que te apoye aun cuando no comparta tu visión. La gente del pasado solo mantiene vicios y no virtudes del pasado. Y si de niño fuiste tímido o retraído lo pagarás el resto de tu vida como si nunca hubieras cambiado.

domingo, 23 de agosto de 2015

Mi mundo laboral

Soy una mujer en la treintena que intenta asentar su carrera laboral. Desde hace varios años sueño con un mentor que laboralmente me guíe y me enseñe todos los secretos de mi trabajo y por qué no de la vida. Así pues y desde la decepción con mi anterior jefe busco a mi Yoda, y yo que me considero a la altura de Obi-Wan siempre he creído que es la manera más segura de alcanzar el éxito en mi profesión. Hasta ahora he ido sin padrino, y sinceramente, todo me ha costado el triple que si hubiera aterrizado en un grupo excelente que ya tuviera parte del camino recorrido.

Hace un par de años empecé en un nuevo equipo bastante competitivo, y aunque eso me produjo un desajuste ya que tuve que adaptarme a nuevas disciplinas pensé que era una muy buena oportunidad de relanzar mi carrera. Mi nuevo jefe no distaba mucho de Yoda aunque solo en cuanto a rarezas, pero aunque no era precisamente un guía espiritual pensé que si estaba a la altura de sus exigencias por fin podría encontrar el hogar laboral que estaba buscando. Durante estos dos años he trabajado como una loca, al igual que hice en mi anterior equipo, y los resultados me han estado acompañado como en la vez anterior. Estaba pletórica, mi jefe estaba contento (y así me lo hacía saber) y yo me habría paso en este mundo de víboras con gracia y desparpajo. El problema vino con los dichosos recortes presupuestarios, en principio creí que no me afectarían ya que había cumplido con creces las expectativas y estaba manteniendo a parte del equipo con mi trabajo, pero no fue así. El director le comunicó a mi jefe que la cuerda se rompía por mi lado y aunque él protestó en un primer momento de forma muy enérgica con el tiempo y para mi decepción se fue haciendo a la idea. ¡Era frustrante! Mi compañero llegaba tarde todos los días, se había pasado el año mirando a las musarañas y él se quedaba y yo no. Os podéis imaginar lo que lloré aquel día, no lo entendía. Por segunda vez me había hartado a trabajar obteniendo grandes resultados y por segunda vez se prefería a un compañero de menor inteligencia y cualidades. En mi trabajo anterior tenía claro por qué había sido, al machismo se unía que a mi anterior jefe le encantaba que le rieran las gracias y yo, no era una de esas. Pero esta vez ¿Por qué? Había hecho más de lo que se me había pedido y lo había conseguido, pero aún así me quedaba en la estacada.

En mi frustración, el mal humor fue en aumento, hasta que hoy he discutido con mi pareja. Que bla bla bla que no me apoyas, que lo paso mal, que mira que frustración y de repente el mundo se me viene abajo al escuchar:
“¿No has pensado que si laboralmente eres de lo mejor, probablemente tengas un problema de actitud?”
¡Oh, Dios mío! ¿Cómo no me había dado cuenta? ¡Era eso! No podía creerlo, he basado mi progreso laboral en la autocrítica y en escuchar atentamente la crítica de los demás y sin embargo no se me había ocurrido que para los demás probablemente era más cómodo estar con otras personas ¡¡que conmigo!! Tengo que admitir que probablemente mi sinceridad no sea del gusto de todos y que puede que en mi intento de transmitir claridad a veces sea algo agresiva. Pero ¿qué podía hacer? Yo creyendo que era Obi-Wan y ahora resulta que era Anakin Skywalker e iba camino del lado oscuro ¡¡noooooooooooo!!! He de dejar claro que no soy tampoco una persona conflictiva, nunca me he peleado ni discutido con un compañero, pero si es cierto que puedo ser demasiado directa. ¿Y ahora qué? ¿Puedo o debo cambiar mi forma de ser? ¿Hasta qué punto es necesaria la parte social en un trabajo técnico? ¿Esto me pasaría en un país anglosajón?

No sé estoy hecha un lío, así que he quedado esta semana con una antigua compañera para preguntárselo directamente. ¿Debo reeducarme si quiero tener una carrera en este país?

domingo, 16 de agosto de 2015

Bebés

Últimamente estoy pasando una fase rígida-egocéntrica. Resulta que cuando la gente viene a contarme sus mierdas cosas cotidianas soy incapaz de mantener la atención más de 2 minutos, estoy deseando que acaben para contar yo mi importantísima aportación de la última media hora. Supongo que es algo heredado de mi madre, la cual es una maestra de este arte y lo práctica sin mediar disimulo alguno. Puede interrumpir sin pestañear tu relato sobre como tu jefe te ha felicitado por tu último trabajo para decirte que ha bajado a comprar pollo y que no habían de los de corral que son los que le gustan…¡Qué contrariedad!

El caso es que como vivimos en un mundo social y he comprendido que si hiciera lo que me apetece en este sentido, en un plis me encontraría más sola que la una, pues he decidido disimular y esperar a que se pase esta etapa de mi vida. Probablemente me he intoxicado durante demasiado tiempo escuchando a los demás sin hacerme oír yo en ningún momento y en mi paso hacia la madurez estoy explorando el lado oscuro. Así, he pensado que mejor desahogarme en otros ambientes y volver a la carga de la escucha estoica en mi vida normal mientras practico gestos de interés y asentimiento delante del espejo.

Pues estaba yo el otro día sintiéndome algo mal por no estar mínimamente interesada por los updates del resto de los mortales cuando empecé a analizar situaciones de mi vida reciente. ¿Realmente los demás sí quieren escucharme a mí?
Dejando a un lado a mi madre, que todos los que la conocemos sabemos que es un caso perdido, revisé mis conversaciones con el resto de mis congéneres, y exceptuando algunas gloriosas excepciones llegué a la conclusión de que A NADIE LE INTERESAN LAS HISTORIAS DE LOS DEMÁS.

Haciendo un screening por mi entorno observé que el colectivo que mejor representa el egoísmo verbal (y no verbal pero eso lo contaré otro día) son las nuevas madres. Por edad, tengo muchas amigas que en los últimos 5 años han sido madres y claro yo no tengo hijos por lo que todas la mayoría de ellas me trata como si fuera un especie inferior. Y claro en las pocas ocasiones que me armo de valor y quedo con ellas me paso el rato oyendo en tono condescendiente frases de este tipo: “Tú es que no lo entiendes pero las mamis estamos acostumbradas a estas cosas” (su hijo ha tirado un poco de yogur al suelo), “Tú es que vives muy feliz y lo ves todo muy fácil pero los padres tenemos otras cosas en qué pensar” (sólo sugería tomar un helado) y la mejor de todas “Ésta es que tiene a su perra y con eso tiene bastante” (yo quiero mucho a mi perra pero ¿En qué mundo se me ocurriría a mí comparar a un perro con un niño? Tú menos que nadie deberías hacerlo, tienes un hijo). Bueno, el caso es que me paso horas y horas oyendo hablar de las deposiciones de sus bebés, lo que supongo que es un tema de rabiosa actualidad, pero en el momento en el que les comento que probablemente me den el premio nobel me miran en plan ¡Uy, qué comentario tan vulgar y mundano! Y vuelven al tema de las cacas. Y claro, me acuerdo de mi madre y pienso que probablemente cuando una es madre al parecer se puede dejar de disimular y volverse una egocéntrica total. Les está permitido porque son sufridoras.

Sé lo impopular de mis comentarios y que probablemente si una de estas nuevas madres lo leyera vendría hacía mí con una tropa de nuevas madres a ahorcarme con sus “pañuelos portabebés”, pero sinceramente si he abierto este blog es para decir todo lo que por sociabilidad no puedo decir libremente, aunque a veces lo haga. Creo que ellas podrían hacer lo mismo y dejar de mortificar a los demás con sus comentarios. Pero claro, ellas son legión. Y el ser madre parece darles a algunas el poder de estar por encima del bien y del mal.


Besitos!!