Últimamente estoy pasando una fase rígida-egocéntrica.
Resulta que cuando la gente viene a contarme sus mierdas cosas
cotidianas soy incapaz de mantener la atención más de 2 minutos, estoy deseando
que acaben para contar yo mi importantísima aportación de la última media hora.
Supongo que es algo heredado de mi madre, la cual es una maestra de este arte y
lo práctica sin mediar disimulo alguno. Puede interrumpir sin pestañear tu
relato sobre como tu jefe te ha felicitado por tu último trabajo para decirte
que ha bajado a comprar pollo y que no habían de los de corral que son los que
le gustan…¡Qué contrariedad!
El caso es que como vivimos en un mundo social y he
comprendido que si hiciera lo que me apetece en este sentido, en un plis me
encontraría más sola que la una, pues he decidido disimular y esperar a que se
pase esta etapa de mi vida. Probablemente me he intoxicado durante demasiado
tiempo escuchando a los demás sin hacerme oír yo en ningún momento y en mi paso
hacia la madurez estoy explorando el lado oscuro. Así, he pensado que mejor
desahogarme en otros ambientes y volver a la carga de la escucha estoica en mi
vida normal mientras practico gestos de interés y asentimiento delante del
espejo.
Pues estaba yo el otro día sintiéndome algo mal por no estar
mínimamente interesada por los updates del resto de los mortales cuando empecé
a analizar situaciones de mi vida reciente. ¿Realmente los demás sí quieren
escucharme a mí?
Dejando a un lado a mi madre, que todos los que la conocemos
sabemos que es un caso perdido, revisé mis conversaciones con el resto de mis
congéneres, y exceptuando algunas gloriosas excepciones llegué a la conclusión
de que A NADIE LE INTERESAN LAS HISTORIAS DE LOS DEMÁS.
Haciendo un screening por mi entorno observé que el
colectivo que mejor representa el egoísmo verbal (y no verbal pero eso lo
contaré otro día) son las nuevas madres. Por edad, tengo muchas amigas que en
los últimos 5 años han sido madres y claro yo no tengo hijos por lo que todas
la mayoría de ellas me trata como si fuera un especie inferior. Y claro en las
pocas ocasiones que me armo de valor y quedo con ellas me paso el rato oyendo en
tono condescendiente frases de este tipo: “Tú es que no lo entiendes pero las
mamis estamos acostumbradas a estas cosas” (su hijo ha tirado un poco de yogur
al suelo), “Tú es que vives muy feliz y lo ves todo muy fácil pero los padres
tenemos otras cosas en qué pensar” (sólo sugería tomar un helado) y la mejor de
todas “Ésta es que tiene a su perra y con eso tiene bastante” (yo quiero mucho
a mi perra pero ¿En qué mundo se me ocurriría a mí comparar a un perro con un
niño? Tú menos que nadie deberías hacerlo, tienes un hijo). Bueno, el caso es
que me paso horas y horas oyendo hablar de las deposiciones de sus bebés, lo
que supongo que es un tema de rabiosa actualidad, pero en el momento en el que
les comento que probablemente me den el premio nobel me miran en plan ¡Uy, qué
comentario tan vulgar y mundano! Y vuelven al tema de las cacas. Y claro, me
acuerdo de mi madre y pienso que probablemente cuando una es madre al parecer se
puede dejar de disimular y volverse una egocéntrica total. Les está permitido
porque son sufridoras.
Sé lo impopular de mis comentarios y que probablemente si
una de estas nuevas madres lo leyera vendría hacía mí con una tropa de nuevas
madres a ahorcarme con sus “pañuelos portabebés”, pero sinceramente si he
abierto este blog es para decir todo lo que por sociabilidad no puedo decir
libremente, aunque a veces lo haga. Creo que ellas podrían hacer lo mismo y
dejar de mortificar a los demás con sus comentarios. Pero claro, ellas son
legión. Y el ser madre parece darles a algunas el poder de estar por encima del
bien y del mal.
Besitos!!
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