domingo, 16 de agosto de 2015

Bebés

Últimamente estoy pasando una fase rígida-egocéntrica. Resulta que cuando la gente viene a contarme sus mierdas cosas cotidianas soy incapaz de mantener la atención más de 2 minutos, estoy deseando que acaben para contar yo mi importantísima aportación de la última media hora. Supongo que es algo heredado de mi madre, la cual es una maestra de este arte y lo práctica sin mediar disimulo alguno. Puede interrumpir sin pestañear tu relato sobre como tu jefe te ha felicitado por tu último trabajo para decirte que ha bajado a comprar pollo y que no habían de los de corral que son los que le gustan…¡Qué contrariedad!

El caso es que como vivimos en un mundo social y he comprendido que si hiciera lo que me apetece en este sentido, en un plis me encontraría más sola que la una, pues he decidido disimular y esperar a que se pase esta etapa de mi vida. Probablemente me he intoxicado durante demasiado tiempo escuchando a los demás sin hacerme oír yo en ningún momento y en mi paso hacia la madurez estoy explorando el lado oscuro. Así, he pensado que mejor desahogarme en otros ambientes y volver a la carga de la escucha estoica en mi vida normal mientras practico gestos de interés y asentimiento delante del espejo.

Pues estaba yo el otro día sintiéndome algo mal por no estar mínimamente interesada por los updates del resto de los mortales cuando empecé a analizar situaciones de mi vida reciente. ¿Realmente los demás sí quieren escucharme a mí?
Dejando a un lado a mi madre, que todos los que la conocemos sabemos que es un caso perdido, revisé mis conversaciones con el resto de mis congéneres, y exceptuando algunas gloriosas excepciones llegué a la conclusión de que A NADIE LE INTERESAN LAS HISTORIAS DE LOS DEMÁS.

Haciendo un screening por mi entorno observé que el colectivo que mejor representa el egoísmo verbal (y no verbal pero eso lo contaré otro día) son las nuevas madres. Por edad, tengo muchas amigas que en los últimos 5 años han sido madres y claro yo no tengo hijos por lo que todas la mayoría de ellas me trata como si fuera un especie inferior. Y claro en las pocas ocasiones que me armo de valor y quedo con ellas me paso el rato oyendo en tono condescendiente frases de este tipo: “Tú es que no lo entiendes pero las mamis estamos acostumbradas a estas cosas” (su hijo ha tirado un poco de yogur al suelo), “Tú es que vives muy feliz y lo ves todo muy fácil pero los padres tenemos otras cosas en qué pensar” (sólo sugería tomar un helado) y la mejor de todas “Ésta es que tiene a su perra y con eso tiene bastante” (yo quiero mucho a mi perra pero ¿En qué mundo se me ocurriría a mí comparar a un perro con un niño? Tú menos que nadie deberías hacerlo, tienes un hijo). Bueno, el caso es que me paso horas y horas oyendo hablar de las deposiciones de sus bebés, lo que supongo que es un tema de rabiosa actualidad, pero en el momento en el que les comento que probablemente me den el premio nobel me miran en plan ¡Uy, qué comentario tan vulgar y mundano! Y vuelven al tema de las cacas. Y claro, me acuerdo de mi madre y pienso que probablemente cuando una es madre al parecer se puede dejar de disimular y volverse una egocéntrica total. Les está permitido porque son sufridoras.

Sé lo impopular de mis comentarios y que probablemente si una de estas nuevas madres lo leyera vendría hacía mí con una tropa de nuevas madres a ahorcarme con sus “pañuelos portabebés”, pero sinceramente si he abierto este blog es para decir todo lo que por sociabilidad no puedo decir libremente, aunque a veces lo haga. Creo que ellas podrían hacer lo mismo y dejar de mortificar a los demás con sus comentarios. Pero claro, ellas son legión. Y el ser madre parece darles a algunas el poder de estar por encima del bien y del mal.


Besitos!!

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