Antes de todo quería concretar que cuando hablo de amigos de
la infancia, hablo de amigos de la infancia y no de la adolescencia o juventud
(aunque en determinados casos también valdría). ¿Por qué estas diferencias?
Porque para mí, los roles que se establecen al principio de una relación son
los que se mantienen y se conservan más cuanto más antigua es la relación.
Cuando uno es niño conoce a sus amigos en el colegio o la guardería. En ese
momento ya hay quien destaca por su voz de mando y quien lo sigue a pies
juntillas cual perrillo faldero. Lo curioso es que, al igual que pasa en una
relación de pareja, la relación crece con esos roles fijados y aún cuando pasan
los años y la gente cambia y madura podemos observar las mismas interacciones
como si el tiempo no hubiera pasado.
Yo tuve una infancia difícil marcada por el abandono de mi
padre, él nos dejó a mi madre y a mí y decidió que quería vivir otra vida
distinta. Para mí era un tema muy delicado del que no me gustaba hablar con
nadie, y aunque era muy extrovertida, ese hecho me hizo ser retraída y sensible
a la opinión de los demás, ya que creía que tenía que esforzarme de sobremanera
para que los demás me aceptaran. Volviendo al tema de las amigas, he de decir
que yo conocí a las mías a los 5 años, en principio éramos 4, y en los próximos
años se unieron 3 más. Las cuatro iniciales nos dividíamos frecuentemente en 2
y 2, había una mandona, una pasota y mi mejor amiga y yo, que siempre estábamos
juntas, hasta que sus padres se mudaron. Si las relaciones a distancia son
difíciles cuando eres adulto pues cuando eres un niño y en una época donde
internet solo era una quimera no os quiero ni contar. Total que la mandona tomó
el mando más aún y si no seguías sus pautas te lo hacía pasar mal, yo era una
llorona así que os podéis imaginar. Los años pasaron y fuimos creciendo,
algunas fueron desapareciendo (no las culpo) y hoy quedamos 4. La relación hoy
cuando quedo con ellas una a una es buena, nos entendemos, nos hablamos… el
problema viene cuando quedamos todas, es como una regresión, la mandona y su
vasalla se dedican a hacer bromas de mal gusto y ridiculizar a las demás como
si fuéramos niñas pequeñas. A mí se me machaca por según ellas “ser diferente
(así como si fuera un plan mío)” porque me gusta viajar, aprender cosas, ser
independiente y por mi trabajo (esa es una historia para otro día); a otra
amiga por ser una pasota y vivir sin preocuparse por casi nada (¡Qué envidia!).
Y así todo. Supongo que la pregunta es ¿Por qué sigo viéndolas? Pues porque no
las veo mucho, un par de veces al año. Pero siento como una obligación de
acudir a las esporádicas citas que se establecen, como si fueran mi familia y
me siento mal si no voy (la verdad es que me siento peor después de ir).
Por supuesto este tipo de relación tóxica no la tengo con
nadie más. Tengo muy buenos amigos que sobre todo conocí en la Universidad o el
trabajo, que me quieren y me respetan y no que me castigan por ser quien soy y
querer algo distinto a ellos. La diversidad es lo que nos enriquece y sé de
buena mano que es lo mismo que les pasa a ellas con el resto de sus amigos.
¿Entonces? ¿Por qué ofrecen a otros el respeto que no nos tienen a nosotras?
¿Por qué no ocurren esas cosas cuando estamos a solas? ¿Por qué respetamos al
que está lejos pero criticamos al cercano?
Cada vez lo tengo más claro, uno va cambiando y conforme
atraviesa etapas en su vida debe rodearse de la gente que más se acople a sus
nuevas formas de ser y expectativas. Gente que te enriquezca y te ayude a
avanzar en la dirección que quieres y que te apoye aun cuando no comparta tu
visión. La gente del pasado solo mantiene vicios y no virtudes del pasado. Y si
de niño fuiste tímido o retraído lo pagarás el resto de tu vida como si nunca
hubieras cambiado.
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